Ratto di Proserpina, Gian Lorenzo Bernini, 1622
Marcelo Gardinetti | 15 de marzo de 2020
Proserpina era la delicada joven hija de Júpiter, padre de dioses y hombres, y Ceres, la diosa de la agricultura. Una tarde, mientras Proserpina tomaba un baño a orillas del lago Pergusa, Plutón emergió del volcán Etna sobre cuatro caballos y la raptó para hacerla su esposa. Ceres la buscó con tesón, pero sólo encontró su cinturón flotando sobre las aguas del lago. Enfurecida, detuvo el crecimiento de frutas y verduras.
Júpiter decidió enviar a Mercurio a buscar a Proserpina para que vuelva, bajo la promesa de permitir que pase un periodo del año con su esposo. Plutón la liberó y Proserpina regresó. Así fue que cuando Ceres y su hija estaban juntas, la tierra florecía y se tornaba fértil y colorida. Por el contrario, cuando Proserpina se marchaba a pasar un tiempo con Plutón, la tierra se tornaba estéril y desolada. Este acontecimiento explicaba los cambios estacionales de la naturaleza.
En 1622 Gian Lorenzo Bernini recreó en una escultura de mármol el relato mítico del rapto de Proserpina. Dos figuras en movimiento en una escena de gran tensión. Júpiter exhibe un cuerpo de dureza ríspida, Proserpina su grácil figura. Júpiter sujeta con fuerza a la joven, en una lucha desigual. El contraste de los cuerpos exalta el frenesí de la lucha; Los claroscuros, la exacta anatomía. El paso firme de Plutón. La mirada entre lágrimas de Proserpina. Sus cabellos agitados por el viento. Su mano pidiendo ayuda. La iconografía enuncia el drama con ardor.
Proserpina era fruto de la mitología, hasta que Bernini hizo hendir los dedos de Plutón en su cuerpo de mármol.
Notas
“Según la mitología clásica, Proserpina (Perséfone en la tradición griega) fue el fruto de la unión entre Júpiter (Zeus), el más augusto entre los dioses, y su hermana Ceres (Deméter), diosa de la agricultura y la abundancia, quien -paradójicamente- parece que no concibió a ningún otro hijo. El mito se inicia cuando Plutón (Hades) monta en cólera al sentirse despreciado por su hermano Júpiter, ya que considera que a él le tocó la peor parte en el reparto del mundo llevado a cabo entre ellos dos y Neptuno (Poseidón). Condenado a vivir por siempre en el inframundo, Plutón envidia al resto de divinidades, quienes habitan felizmente la morada de los dioses. Además, como consecuencia de la solitaria vida que le ha sido impuesta, el dios del Tártaro no ha podido desposarse todavía, razón que le empuja a 4 raptar a Proserpina, que junto con Minerva (Atenea), Vesta (Hestia) y Diana (Artemisa), era una de las cuatro diosas aún vírgenes. Una vez producido el rapto, Ceres emprende una desesperada búsqueda por todo el orbe, hasta que finalmente le es revelado el cruel destino de su hija: ser la esposa de Plutón y vivir con él en su reino subterráneo durante toda la eternidad. La decisión, que ha sido ratificada por Júpiter, será apelada por la diosa, quien intercederá por su hija logrando que finalmente le sea concedido vivir seis meses con su marido y otros seis con su madre. Ese período del año en que Proserpina y Ceres están juntas correspondería, según la mitología clásica, a la primavera y el verano, estaciones en que la diosa de la agricultura colma de frutos los campos, mientras que el tiempo en que Proserpina regresa con su marido Ceres retira su bendición y sobre la tierra se suceden el otoño y el invierno”. Víctor Hernández Martín, El rapto de Proserpina en el romancero, Presencia de la mitología en la tradición oral hispánica, Universitat Autónoma de Barcelona, Lengua y Literatura Españolas, 2013
Ratto di Proserpina, Gian Lorenzo Bernini, 1622
“La interpretación que hace Bernini sobre este tema mitológico se basa en un estudio de gran realismo sobre la anatomía humana en tensión, formando una composición abierta basada en potentes diagonales que expresan el conflicto de atracción-repulsión entre los personajes.
La composición de líneas abiertas facilita gran variedad de gestos, ademanes y posturas imposibles que dotan al conjunto de un trágico dramatismo. Así se expresan los diferentes comportamientos psicológicos de los personajes, representando los “afecti”, los estados anímicos: brutalidad frente a belleza, vicio frente a virtud… La obra encierra un gran contenido alegórico y moral.
El artista muestra un gran virtuosismo técnico en el tratamiento de la carne, al basarse en el contraste entre la musculatura robusta del dios y la dulzura de la joven. De esta manera, es notable también la representación de los detalles: Proserpina empuja la cabeza de Plutón estirando su piel, los dedos de este aprietan cruelmente la carne de Proserpina inmovilizándola, se aprecian lágrimas en el rostro de la joven…
En cuanto a la posición de la obra, Plutón está representado en contraposto (con una pierna fija y la otra adelantada para conseguir el efecto de movimiento), lo cual es una reminiscencia del Manierismo. Los dos cuerpos retorciéndose crean una figura serpentinata dando lugar así, a un movimiento helicoidal.
Esto permite un análisis distinto del rapto según desde donde se observe:
Desde la izquierda, se puede ver como Plutón trata de mantener bien segura y sujeta a Proserpina.
Visto frontalmente, se observa al dios a modo de vencedor, levantando a Proserpina como si de un trofeo se tratase.
Y finalmente, si se contempla desde la derecha se observan las lágrimas de la joven llamando a su madre e implorando ser rescatada. El viento parece sacudir su cabellera, lo cual aporta un mayor dinamismo a la obra junto con la tendencia hacia el exterior de su cabeza y extremidades. También se puede observar desde este punto de vista al Cancerbero: el perro de tres cabezas encargado de custodiar las puertas del Inframundo.
En este aspecto, el Cancerbero parece aludir a la presencia de los infiernos, recordando así la conversión de Proserpina en esposa de Plutón y en reina de los muertos” Paloma González Fernández, “El rapto de Proserpina, Gian Lorenzo Bernini” en www.ucm.es/centros/cont/descargas/documento7618.pdf. [consultado el 08/10/2019]
Abstract
In 1622 Gian Lorenzo Bernini recreated in a marble sculpture the mythical account of the abduction of Proserpina. Two figures in movement in a scene of great tension. Jupiter exhibits a body of ríspida hardness, Proserpina his graceful figure. Jupiter holds the young woman tightly in an uneven struggle. The contrast of the bodies exalts the frenzy of the fight; the chiaroscuro, the exact anatomy. Pluto’s firm step. The look among the tears of Proserpina. His hair shaken by the wind. His hand asking for help. The iconography enunciates the drama with ardor.
Proserpina was the fruit of mythology, until Bernini plunged Pluto’s fingers into his marble body.
Fotografía: © PxHere
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